En varias ocasiones escuche a mi papá decir «Chencha la Mocha» jaja pero nunca sabía porque, ahora te contaremos la leyenda..
Se dice que en un pueblo cercano a Iguala había una pareja de esposos muy pobres. La señora era bruja en el siglo pasado. Por aquellos tiempos la gente sabía que existían los brujos y las brujas pues había muchas personas que contaban cosas extrañas. Esa señora se llamaba Chencha y vivía con su esposo en una casa muy humilde, pero la señora era de muy mal genio ya que cuando tenía enemistades o le tenía rencor a alguien se convertía en guajolote o tundo de la siguiente manera:
Encendía una fogata en el patio de su casa, ponía unas piedras cerca de la fogata y se quitaba las piernas a partir de las rodillas pero tenía que dejarlas en una piedra para que no se le enfriaran.
Dejaba sus piernas, tomaba la forma de un tundo y se iba volando. Cuando llegaba a la casa de la persona a la que quería perjudicar hacia lo que ella quería. A veces rompía el techo o desacomodaba las tejas.
Cuando terminaba de hacer maldades regresaba a su casa, tomaba sus piernas y se las volvía a colocar debajo de sus rodillas. Después se iba a dormir junto a su esposo. Y así fue durante mucho tiempo. Cuando alguna amiga suya deseaba causar algún mal a otras personas le pedía el favor a Chencha para que fuera ella quien causara el daño. Entonces Chencha hacia lo mismo durante la noche, encendía una fogata, se quitaba las piernas, las colocaba en las piedras que estaban cerca de la fogata y volaba hacia la casa a la que quería dañar. Algunas veces arañaba la casa o rompía algo, hacia lo que ella quería. Y ya después se volvía humana de nuevo y así vivió durante mucho tiempo.
Una noche el esposo de Chencha se dio cuenta de que ella no estaba en su casa y que las piernas estaban encima de una piedra con la fogata cerca. Entonces él, muy enojado, arrojo las piernas de Chencha al fuego y estas se incendiaron. Cuando regresó Chencha y quiso ponerse sus piernas para volver a ser humana no pudo porque ya no estaban sus piernas y se puso a llorar muy fuerte. Entonces el esposo le pregunto porque lloraba y ella le respondió que lloraba porque le faltaban sus piernas. Que ella las había dejado allí para que no se le enfriaran y pudiera ponérselas para volver a ser humana. En ese momento el esposo le dijo que lo que ella hacia estaba mal y que no era correcto. Ambos se enojaron mucho y ella comenzó a pensar en cómo podría hacer para volver a caminar, es por ello que le llamaban «Chencha la Mocha». Después se hizo unas almohadillas, se las amarró en sus rodillas y así pudo volver a caminar.
Después ella no quiso estar más en el pueblo así que vino a Iguala y aquí se dedicó a pedir limosna para sobrevivir. Pasaron algunos meses y se compadecieron de ella unas señoras que eran franciscanas. Ellas tenían una casa donde Chencha podía ser recibida. Entonces la llevaron a esa casa y le dijeron que se portara bien para que la gente le diera de comer y la trataran bien, pero Chencha seguía haciendo cosas malas cuando salía, rasguñaba a alguna niña o hacia maldades porque los niños la miraban y algunos que eran irrespetuosos la insultaban.
Así estuvo viviendo durante muchos años hasta que enfermo y ya no tuvo cura alguna. Ella murió. Chencha vivió en una casa en la calle de Pacheco, en Iguala Guerrero.
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